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jueves, 17 de junio de 2010

El centro del origen

*** Eucalipto en La Laguna, Tenerife

Mientras camino solo,
saboreo los hondos
silencios de los valles
y la melancolía nebulosa
de los montes bañados en la bruma.
Surgidos de sus cuevas,
oigo lejanos ecos
de todas las edades anteriores.

En el sosiego intuyo
la fuerza misteriosa que se vela
detrás de innumerables apariencias
y es un todo indiviso.
Las ramas de los gruesos eucaliptos,
que el viento zarandea,
las manchas de colores derramadas
sobre lienzos de hierba
–codesos, amapolas y violetas–,
las aguas que desbordan los barrancos,
todos los elementos
forman una inconsútil armonía,
sin quiebras ni fisuras.

Y yo, que me sentía desgarrado,
lejos de tal belleza,
ahora vuelvo, silenciosamente,
a la unidad sagrada,
al centro del origen.